domingo, 11 de diciembre de 2011

Dónde viajar en Navidad: Viena (Austria)

Ya hace frío... Y reconozco que no me apetece moverme de casa. Se está muy bien al otro lado de la ventana, bien abrigada, con mi taza de café calentándome las manos mientras veo helar en la calle... Pero mi mente no tiene el mismo frío que mi cuerpo y me obliga a mirar al cielo, a imaginarme en el avión camino de otra ciudad con otros sonidos, otros colores, otros olores... Y una vez allí, me veo tomándome un café mucho más cremoso, sentada junto al cristal de la cafetería, observando a las familias saltando de puesto en puesto en el mercado de Navidad... las luces cálidas, los tonos rojizos y dorados... allí se oyen villancicos... no los entiendo (o quizá algo sí) pero entiendo el espíritu...

"Navidad en Viena, entre Sisí y el diseño"
      

 Donde viajar en Navidad: Viena

Viena, cuando se acerca la Navidad, vive inmersa en una atmósfera atemporal, una atmósfera que le confiere el aire de tierra de nadie y tiempos irreconocibles. Viena estalla, durante el Adviento, en una sinfonía de agradable digestión. Paseando por esta romántica ciudad da la impresión que vive sumergida en una dualidad intemporal. El viajero que se deje llevar por sus pasos sin ninguna intencionalidad ni objetivo, terminará por tropezar con lo que aparentemente son mundos antagónicos viviendo en perfecta armonía. Mundos paralelos de hedonismo arquitectónico, gastronómico, musical… Viena baila perpetuamente un vals que se escribe a sí mismo con cada compás, con cada giro de la pareja de bailarines. Pasado y futuro abrazados y girando en vertiginoso baile. Lo curioso es que la danza tiene ritmo, cadencia, consistencia. Aunque a los vieneses “respetables” se les antoje que su ciudad cambia demasiado rápido y digieran fatal los nuevo edificios que surgen a orillas del canal del Danubio. El Imperio de las pompas y las emperatrices melifluas desapareció para no volver, y el nuevo imperio surge bajo sus pies a cada instante. Ese es el imperio del futuro, el que sin olvidar el pasado reconoce nuevos horizontes en los que expandirse y desarrollarse. Un imperio que surge no de iniciativas y conspiraciones palaciegas si no que lo hace de iniciativas particulares, a veces auxiliadas por la municipalidad, por asociaciones o simplemente por la garra de quienes sin caballos ni marchas rimbombantes perfilan el futuro de una ciudad que ha dejado atrás el pasado y mira de frente y con la cara muy alta el futuro que se le ha venido encima.
   


Donde viajar en Navidad en Europa
Restaurantes de diseño con comida de diseño comparten calle con históricas tabernas populares en las que comer un gulash se convierte en un acto casi religioso. Cafés históricos son reconvertidos en modernas cafeterías que, sin olvidar sus raíces, proponen menús de difícil clasificación. Claro que aún es posible perderse por esa Viena de Sisí, bailar valses y asistir a la ópera con vestido largo, traje oscuro y escote vertiginoso. Pero el turista que viaje en estas fechas a Viena haría bien en preveer la compra anticipada para disfrutar de un musical al mejor estilo de los que estos mismos días pueden verse en la calle 42 de NY. No es difícil encontrar entradas para la ópera, aún lo es menos lograr una buena butaca en una sala de conciertos, pero será necesaria mucha perseverancia y anticipación para hacerse con un rinconcito desde el que disfrutar, entre otros espectáculos, de "El baile de los Vampiros" la adaptación musical de la célebre película de Román Polanski que las últimas semanas causa sensación entre la sociedad vienesa.

Viajes en Navidad: Viena - Austria

Donde viajar en Navidad


Viajaba por primera vez a Viena con el espíritu previamente derrotado, imaginando que deambularía durante unos días inmerso en una ciudad decadente, cuajada de palacios barrocos y acechado perpetuamente por el espíritu de la emperatriz más cinematográfica de la historia y, felizmente, tropecé con una ciudad que se reinventa cada día a sí misma. Y, no sólo eso, una ciudad que tiene el orgullo de que es su ciudadanía quien la reinventa. Desde la controversia, desde el diálogo no exento de puntos de vista antagónicos. Una ciudad que ya no es capital de ningún Imperio, ni falta que le hace. Ahora sólo me queda esperar la llegada de la primavera, regresar a Viena y, sin que el gélido aire que llega del Danubio en diciembre me congele las ansias exploradoras, pasearla como hay que reconocer las ciudades. Sin mapa, sin brújula, sin objetivos. Caminarla y dejarme enamorar por sus silencios y sus bullicios, su presente y, por qué no… también su pasado. (...)


Fuente: www.fronterasdepapel.com
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